La educación de un niño no comienza en el salón de clases, sino en el hogar. Aunque los colegios de Puerto Rico cumplen una función esencial, diversas investigaciones señalan que el apoyo de los padres es uno de los factores más importantes para que un estudiante tenga éxito.
Estudios del Harvard Family Research Project indican que los estudiantes cuyos padres muestran interés constante por sus tareas y su progreso académico tienen más probabilidades de sacar mejores notas y mantenerse motivados. No se trata de ser expertos en matemáticas o ciencias, sino de estar presentes y preguntar cómo les fue, revisar sus tareas, escuchar sus preocupaciones y crear rutinas que los ayuden a organizarse.
El National Center for Education Statistics (NCES) también destaca que la comunicación entre padres y maestros mejora la asistencia escolar y fomenta un mejor comportamiento en clase. Cuando los estudiantes ven que la escuela y el hogar trabajan juntos, se sienten apoyados y más seguros de sí mismos.
En Puerto Rico, donde los estudiantes han enfrentado interrupciones por huracanes, terremotos y la pandemia, el apoyo familiar ha sido clave. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señaló en 2022 que los estudiantes con un entorno familiar estable y atento lograron adaptarse mejor al aprendizaje remoto y conservar hábitos de estudio más sólidos.
El propósito de este mensaje, desde El Coquitazo, es recordar que la educación es un trabajo en equipo. Los maestros enseñan, pero el hogar refuerza valores, disciplina y motivación. Incluso pequeños gestos como leer juntos por 10 minutos al día o limitar distracciones tecnológicas pueden marcar una gran diferencia.
Cuando la familia participa, el estudiante crece con más confianza, aprende mejor y enfrenta los retos con mayor fuerza. La educación empieza en casa, y cada padre o madre es una pieza fundamental en ese camino.
